Amo, luego existo

 Amo, luego existo

          El amor es una experiencia universal. No hay persona, o por lo menos no conozco, que no se haya experimentado amada, aunque sea por un corto lapso de tiempo. Pero el amor no es sólo ser amado, sino también, amar. De la misma manera, no hay persona, o por lo menos no conozco, que no haya amado a alguien o algo, aunque sea por un corto lapso de tiempo. Así es que creo que el amor es una experiencia universal.

          La frase "Pienso, luego existo" de René Descartes, que en nuestra cultura contemporanea se ha vuelto famosa, me llevó a pensar en el contenido de este texto. Esta frase proviene de la locución latina "cogito ergo sum" y su traducción más correcta sería "Pienso, por consiguiente soy". De otra manera, se puede interpretar erroneamente la intención del autor, creyendo que "Pienso, luego existo" es una referencia a que el pensamiento es preexistente al ser. Descartes cree e intenta demostrar lo contrario, el ser es preexistente al pensamiento. 

          La pregunta es: ¿Qué tiene que ver todo esto con el amor? Tiene que ver en cuanto al razonamiento que nos propone el título de este texto: Amo, luego existo. Cuando analizaba esta frase, pensaba en el sentido que Descartes dio a su "cogito ergo sum". Es verdad que el ser es preexistente al amor, porque para amar, yo debo existir. Pero también es verdad que el amor es preexistente al ser, porque el amor engendra al ser. Así puedo decir que: Amo porque existo y existo porque soy amado.

           ¿Cómo es que el amor es preexistente al ser? El amor es preexistente al ser en cuanto hay otro que me ama incluso cuando todavía no soy. Esto puede verse claramente en el fruto del amor de los esposos. Pero no simplemente el fruto de un amor carnal, sino también de un amor soñador. Existimos antes de ser porque existíamos en el sueño amoroso de quien nos esperaba en este mundo.

          Pero el amor de los padres no es el único capaz de engendrar al ser. Existe un amor precedente y mucho más grande, el amor de Dios. No debemos olvidar las palabras de Juan: "Dios es amor" (1 Jn 4, 8), ni las del profeta Jeremías: "Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía" (Jr 1, 5). El sueño de Dios somos nosotros; y ese sueño sueño incluye el que nos amemos los unos a los otros, como Él nos amó (Jn 13, 34).

          Ahora la pregunta es: Si existo, ¿Por qué amar? Porque no se puede obtener un fruto diferente del sembrado. Amar es lo que más nos caracteriza, aunque no siempre lo hagamos. Existe en nosotros la posibilidad de amar incluso en donde no hay amor. El amor nos da sentido y es nuestro primer y más importante mandamiento.

          Algo que no siempre decimos del amor es que, en cierto punto, nos asusta. Nos asusta porque desnuda nuestra alma y nos deja a merced de aquel a quien nos entregamos. Por lo tanto, el amor requiere confianza. El amor nos trae al ser y nos pone frente a otro ser, y en esa relación de amor descubrimos que existimos y que no estamos sólos. En el amor descubrimos nuestra existencia, que nos permite entender que amamos porque existimos, pero que también existimos porque somos amados.

          Entonces, en relación con la frase de Descartes que sirve de inspiración para este texto, podemos decir que el amor es superador, es mucho más amplio que el pensamiento. El pensamiento es, según la Real Academia Española, la facultad o capacidad de pensar. El pensar, a su vez, es, según el mismo organismo, la capacidad de "formar o combinar ideas o juicios en la mente". Por lo tanto el pensar me permite entender, pero el amar me permite dar sentido a lo que entiendo.

          El que no ama, no se puede sostener en la vida, porque la vida del hombre es amor. Si creemos que Dios es creador nuestro y que Dios es amor, entonces, nosotros, estamos hechos por amor y para amar. Una vida sin amor es insostenible.

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