Podcast "Padre Nuestro, Hijo Mío" - Capítulo 5: "Hágase tu voluntad, en la tierra como en el Cielo" (Mariel Caldas)
¿Qué es más importante: la tierra o el Cielo? ¿Cuál es la voluntad de Dios? Son algunas de las preguntas que Mariel nos ayuda a plantearnos para poder plasmar en nuestras elecciones diarias segmento intenso del Padre Nuestro.
Marie Caldas es mamá, escritora,
docente y licenciada en Teología Pastoral de la Universidad Católica Argentina,
en donde se especializó en Religiosidad Popular. También ha realizado un curso
de Maestría en Gestión de Cultura y Comunicación en FLACSO, y un Postitulo de Especialización
Docente en Educación y TICs del Ministerio de Educación de la Nación. En lo que
a su vasta experiencia pedagógica y docente refiere dictó clases en Seminarios Catequísticos,
talleres parroquiales y diocesanos, cines-debate, fue dirigente scout, coordinadora
de grupos juveniles, catecumenado de adultos, llegando a dar un taller intensivo
en medio de los carros de Santa María, Catamarca.
Al día de hoy, y entre tantas
otras actividades en las que Mariel se entrega al servicio, forma parte de “Teologanda"
(colectivo de más de treinta tediogas católicas en ciclos de grado y posgrado, en
diálogo con teólogas de otras denominaciones, estudiosas/os de otras disciplinas
y otras personas interesadas en las temáticas seleccionadas en contacto con colegas,
instituciones y asociaciones dedicadas a la teología, y continua desenvolviéndose
como docente en diversos espacios entre los que se destaca el Seminario Catequístico
“Santa Magdalena Sofía Barat" los días martes durante la tarde-noche en el
barrio porteño de Villa Pueyrredón.
Seguramente nos estamos olvidando
de algún título y experiencia laboral más, pero solo tenemos cuatro mil
caracteres.
Aunque el concepto, creemos,
quedo claro: Es capa. Muy.
Con la misma potencia con que
repite "Los martes no se negocian” ante cualquier actividad que le impida
seguir acompañando si camino de nuevos catequistas le agradecemos de parte del
equipo de Jesús en Zapatillas a participación en este segmento (y, de paso,
haber sido parte de formación de uno de los productores).
A continuación, presentamos la
transcripción del episodio, que se encuentra disponible en Spotify.
Capítulo 5: "Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo"
Que se haga tu voluntad en la tierra
como en el Cielo. Antes de esta frase, estuvimos diciendo que venga a nosotros
tu Reino. El Reino de Dios sólo se abre camino si lo dejamos reinar entre
nosotros. Hacer esa voluntad de Dios no es cumplir normas y leyes que se nos
imponen y que debemos cumplir para que no se nos castigue. Tampoco es algo que
no llegaremos a conocer y sólo nos queda resignarnos y aceptar.
¿Qué quiere Dios entonces? ¿Cuál
es su voluntad? En primer lugar, es que seamos felices. Que seamos plenamente
seres humanos, como lo fue Jesús. En mi caso, lo más plenamente Mariel que
puede ser. Que actuemos con libertad. Dios no nos obliga a amarlo. Nos creó con
libertad. Y no violenta la obra de sus manos. Dios quiere nuestra perfección, pero
nuestra perfección en el amor; y eso es mucho más difícil que sólo cumplir
normas.
La voluntad de Dios es que todos
se salven, pero siempre respetando nuestra libertad. Nos creó libres, por eso
siempre va a respetar esta libertad humana. En el tiempo que Jesús vivió se
consideraba que arriba, en el cielo, en las nubes, más allá de las nubes,
estaba Dios. Debajo de la tierra estaba lo infernal; y en la tierra, a grandes
rasgos, la creación: naturaleza, seres humanos. Hoy no podemos pensar que Dios
y su Reino están más allá de las nubes, o que el Reino o el Cielo empiezan
luego de morir. Cielo, infierno, juicio, purgatorio empiezan aquí en la vida,
en la historia, con nuestros actos libres y conscientes. No oramos para que se
cumplan nuestros deseos. Oramos para cambiar nosotros y nuestra manera de
vivir, escuchando los deseos de Dios, que, como el mejor padre madre, puede
tener para nosotros.
No le pedimos que cambie su
voluntad para hacer la nuestra. Pedimos conocer nuestro verdadero bien. No es
algo que sea solo de palabra o momentáneo. Hacer la voluntad de Dios es para
toda nuestra vida y para siempre. Reconocer nuestras limitaciones, la finitud
de lo creado, aprender a aceptar los caminos y procesos, asumir experiencias
que a veces no coinciden con nuestras expectativas. Entonces, ¿Seguimos rezando?
Siempre. La obediencia no es fácil. Fácil es cumplir normas. La obediencia
implica discernimiento y libertad. Al amarnos, Dios no busca su interés, sino
nuestro bien. Su gloria consiste en que los seres humanos alcancemos nuestra
plenitud. Hágase su voluntad, entonces, no es obediencia ciega, sino plena
libertad para decirle sí o no. María dijo sí, y lo dijo libremente en su “hágase”.
Cielo y tierra en el lenguaje
bíblico implicaba todo lo existente. Entonces le pedimos a Dios que se haga su
voluntad de salvación y que lo abarque todo. Cielo era el lugar de Dios y
tierra en lugar de los seres humanos.
En Mateo se nos dice: “El que
cumple la voluntad de mi padre es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Al
cumplir la voluntad de Dios, entonces, somos familia. Pedimos que se haga
realidad entre los seres humanos lo que ya se da en Dios, en este “como” así
como cuando se nos decía “Ama a tu prójimo como a vos mismo”. En la tierra como
en el Cielo, este “como” habla de una situación de igualdad del mismo modo, en
la en la misma intensidad. La decisión ya está en el Cielo, porque el Reino es
un don, ya fue inaugurado por Jesús. Pero tiene que plasmarse en la tierra, en
la historia, porque es tarea, porque nosotros somos constructores de ese Reino.
La voluntad de Dios es lo bueno, lo agradable y lo perfecto, nos decía Pablo en
la carta a los romanos. Y en colosenses se trata de llegar al pleno
conocimiento de su voluntad, con toda la inteligencia y la sabiduría que da el Espíritu.
Para terminar, quiero citarles
una frase de Orígenes, que habla justamente de este pedacito del Padrenuestro: “Si
se hiciera la voluntad de Dios en la tierra, como se hace en el Cielo, la
tierra ya no sería tierra, seríamos Cielo”.
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