2 de Abril: Día de los que abrazaron la cruz en Malvinas.




Que el viernes santo este año haya caído 2 de abril es un hecho que, en lo personal, no me pasó de largo. Y no me pasa de largo porque cuando me detuve a pensar dos minutos, la propia entrega de Jesús se hizo presente también en la entrega de los que, por un motivo u otro, terminaron en una trinchera (muriendo ahí o en los momentos posteriores a que la maldita e innecesaria guerra sucedía).

En este texto, en el que por primera vez me permito escribir casi "pensando en voz alta" y sin corrección posterior a su primera edición, quería compartir cuales son esas similitudes que hay entre ese Jesús que murió entregado y los soldados caídos en guerra.

Los soldados no estaban preparados para el combate (ni con armas, ni psicológicamente). Jesús tampoco podía creer lo que el Padre le había encomendando, llegando hasta a querer que "ese cáliz sea apartado" .

A Jesús lo traicionaron y lo dejaron absolutamente solo hasta sus propios amigos. El Estado, que es el encargado justamente de velar por las inclemencias de aquellos que más sufren, también lo hizo con cada uno de esos jóvenes.

A Jesús mismo le preguntaron ¿Qué es la verdad? y sin embargo eligió no responder ni una palabra, soportando cualquier tipo de inclemencia. A los hombres que quedaron todavía les cuesta poner en palabras su propia Verdad vivida en esos momentos arduos de combate y muerte. 

A Jesús lo expusieron delante del mundo y el propio pueblo, desde la ignorancia y la confianza en los que estaban a cargo del Poder, prefirió salvar a un ladrón. A las familias de esos chicos les aseguraban que estaban sanos y salvos, con portadas sensacionalistas en medios masivos de comunicación hablando de una guerra que se estaba ganando.

A Jesús lo torturaron. A estos hombres, también.

Jesús tuvo sed. Estos hombres, también.

A Jesús lo terminaron matando. A muchos de ellos, durante la guerra o sin soportar lo que habían visto y oído en ella, también.

Hoy es un día que abraza el dolor para cualquier persona que crea en el mensaje de Jesús y comparta nuestra tierra. Pero si de algo podemos estar seguros es que no hay peor muerte que la del olvido.
Por eso, cuando hoy veas a ese Jesús crucificado y le beses los pies (física o espiritualmente) no te olvides de estos hombres. No te olvides de lo que sufrieron y de lo que sacrificaron. 

Porque ellos también cargaron con la cruz. Con ellos también hoy acompañamos a Jesús en su cruz. Con ellos también nos quedamos en vigilia cada vez que los llevamos en nuestra memoria.

M.F.

Crédito de la ilustración de portada: Gustavo Daguerre (Ig: @gustavodaguerreilustraciones)


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