Carta a mi Diosito
13/09/2020
13 de septiembre del 2020
Diosito mío, perdón si peco al referirte con un diminutivo pero busco expresarte con grandeza. Quiero que seas el centro de mi vida. ¡Yo quiero ser santo y entregarme a Vos! ¡Ay, pero qué difícil! ¡Qué débil soy! Ante la tentación, muchas veces, respondo más rápido que a Tu llamado. El Mal se disfraza de Bien y, aunque muchas veces lo reconozco, acepto su oferta. ¡Ay, Diosito mío! Tantas veces me confundo en lo que quiero y, lo poco que sé con certeza, que es que te quiero a Vos, a veces lo rechazo. Vos nunca me dejaste pero yo mucho te abandoné. Y, aunque estabas en mi mente, no te llevaba en el corazón.
La oración es de gran ayuda, incluso cuando no sé qué decir. En esos momentos, Vos abrazás mi vida que, incluso sin que te lo diga, Vos sabés cómo está. También atendés mi desconcentración, porque cuando ando vagando en distintos pensamientos, traés a mi mente motivos para rezar. ¡Ay, Diosito mío! Que mi vida entera sea una oración. Que cada rostro, cada situación, cada charla, cada encuentro, cada alegría, cada tristeza, cada enojo, sea motivo de oración. Que no crea que rezar es hacer largas oraciones sin sentido, porque Vos mismo nos invitaste a no imitar a los escribas y fariseos (Mt 23, 14).
Ayúdame a recordar que una fe sin obras es una fe muerta (Sant 2, 14-17), para que yo sea movido por el amor. Elimina la ceguera que tantas veces hace que piense en Vos con la inteligencia pero no sienta como Vos con el corazón. Que los dones que me diste pueda ponerlos al servicio de mis hermanos y que siempre recuerde que todo es Tuyo y nada mío. Y así como Vos diste gratuitamente, yo también pueda hacerlo. Pero, ¡Ay, Diosito mío! Dame fe porque la que tengo no alcanza. Permite que cada vez que hable, seas Vos quien hable; cada vez que piense, seas Vos quien lo haga; y así, cada vez que escuche, aconseje, ría, sufra, perdone, seas Vos quien lo haga.
Aleja de mí los pensamientos de superioridad, de gloria, de poder y de inteligencia. Todo eso me aleja de Vos y sin Vos no tengo nada. ¡Ay, Diosito mío! Soy débil y esto es mucha carga, pero sé que con Vos a mí lado nada me puede faltar (Sal 23). Y así como yo puedo amar porque Vos me amaste primero (1 Jn 4, 19); yo hoy te busco porque vos me buscaste primero.
Gracias, Diosito mío, por no abandonar tu Creación. No permitas que yo abandone a mi Creador.
Comentarios
Publicar un comentario