Domingo de Ramos
Jesús entra en Jerusalén montado en un burrito. La multitud se junta para aclamarlo. Algunos preguntan “¿Quién es este?”. La muchedumbre contesta “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.”. Y para nosotros… ¿quién es Jesús?
Mt 21, 1-11 narra la entrada de Jesús en Jerusalén. Intentemos, leyendo este pasaje, meternos en la historia, intentemos recrear lo que sucede en ese momento. Un Jesús simple, humilde, entra a Jerusalén montado en un burrito, demostrando que su mesianismo no seguirá los esquemas del poder y la gloria. La muchedumbre, se junta a su alrededor para aclamarlo pero… ¿todos lo aclamarán por lo mismo?
En esta reflexión me gustaría centrarme en el pueblo que recibe a Jesús en su entrada a Jerusalén. Algunos, probablemente, no se hayan interesado en la entrada de Jesús. Puede que hayan estado ocupados con otras cosas y no hayan prestado atención a quien entraba a la ciudad. En definitiva, uno más como tantos que cruzaban esa entrada todos los días, y aún más en un tiempo tan próximo a la Pascua. Otros, seguramente creerían que Jesús era un rey, pero un rey de este mundo, que venía a solucionar los problemas políticos, sociales y económicos de esa época. Un rey que venía a ser un político. Por último, encontramos a los que se acercan a proclamar a Jesús como su salvación, como el Hijo de Dios. “¡Hosanna al Hijo de David! Bendito el que viene en nombre del Señor. ¡Hosanna en las alturas!” (Mt 21, 9). La conclusión que podemos hacer es… entonces Jesús debe tener como predilectos a los que lo fueron a recibir. Pero esto no es así, Jesús entra a Jerusalén para todos, para los que lo dejan pasar, para los que lo reciben y lo interpretan como quien no es, y para los que lo reciben reconociéndolo.
Luego de analizar y reflexionar sobre este tema, la pregunta se vuelca hacia nosotros. ¿Cómo queremos recibir a Jesús, que en este Domingo de Ramos, quiere comenzar el camino de la Semana Santa, entrando en nuestro corazón? ¿Seremos los que no se interesan cuando Jesús pasa a nuestro lado? ¿Seremos los que están esperando que venga a solucionar nuestros problemas? ¿O seremos los que lo reciben como el Hijo de Dios, que viene a dar la vida por nosotros? Sin embargo, estemos donde estemos, nunca debemos olvidarnos que Jesús entra en Jerusalén para todos. Y sí, hasta para el que no lo recibió, dejándolo pasar.
Comencemos este camino de Semana Santa, predisponiéndonos para dar lo mejor para Jesús, para acompañarlo en lo que va a vivir. Que en esta Semana Santa, Jesús no pase desapercibido por nuestro lado.
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