Domingo de Pascua: “Alégrense”
“¡Alégrense!” Qué mejor manera de empezar este día
recordando lo que Jesús le dijo a las mujeres (Mt 28, 9). Esta es la alegría
del Resucitado y es la alegría que debemos buscar nosotros. Pero ¡ojo! Porque
no hay verdadera alegría sin un camino de entrega y esfuerzo como el que
sucedió en esta Semana Santa. ¡No hay gloria sin cruz! Y una vez que Jesús
resucitado se nos presenta, ¿termina nuestra tarea? ¡No! Por el contrario, aquí
es donde empieza la verdadera misión, saliendo a anunciar a aquel que nos amó
tanto que fue capaz de dar su vida en la cruz. ¿Quién puede quedarse quieto
frente a tanto amor? Jesús, luego de decirles “¡Alégrense!” a las mujeres, les
dice “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán.” (Mt
28, 10). ¿Qué esperamos nosotros para anunciarle a los que tenemos cerca esta
noticia? No vamos a pedir que vayan a Galilea pero sí demostrarles la alegría
de vivir anunciando el Evangelio. La alegría que brota del amor. ¿Quién puede
no enamorarse frente a tanto amor entregado, frente a la “locura” de Dios?
¿Cómo resistirse a tanto amor? Cuando amamos y nos apasionamos por algo o de
alguien, salimos a contarles a todos los que tenemos cerca, e incluso los que
están lejos, lo que sentimos, lo que nos mueve. Hoy, nosotros, llenos del amor
de Jesús y de la fuerza del Resucitado no podemos hacer más que salir a
mostrarle al mundo nuestro amor y alegría por Cristo. Y mostrar esto a todos no
es sólo “anunciando”, “contando”,
“hablando”, sino haciendo carne esta Buena Noticia, viviendo el Evangelio,
amando al que tengo al lado y amando de verdad. ¡No tengamos miedo de amar!
Amar es abrirle las puertas del corazón a Jesús, a ese Jesús que se entregó por
vos y te amó hasta el extremo, a ese Jesús que hoy está a la puerta de tu corazón
y llama… Pero el corazón tiene una puerta con un picaporte que sólo está del
lado de adentro. Ahora es tu decisión abrirle o dejarlo seguir. No tengamos
miedo de enamorarnos de Jesús… Tertuliano decía de los primeros cristianos:
“Mirad cómo se aman. Mirad cómo están dispuestos a morir el uno por el otro.”
Esa comunión en el amor, esa comunión en Cristo es la que tenemos que anhelar.
Escuchemos a Jesús que no dice “¡Alégrense!” y “No teman…”.
“¡Alégrense!” Porque
en este momento estamos viviendo cosas que en otro contexto no podríamos.
¿Cuántos llamados que no ocurrían hace mucho tiempo, sucedieron? ¿Cuántas
charlas que evitamos con la excusa de “la rutina” ahora se concretaron?
¿Cuántos juegos de mesa llenos de polvo hoy sonríen por tener uso? ¿Cuántos hemos
tenido que ser creativos con la tecnología para poder llegar a los demás?
¿Cuántos hemos dado más de los que nos creíamos capaces? Este tiempo doloroso,
oscuro y triste, empieza a ver su resurrección. Jesús pasó por la cruz, la cruz
que tantos hermanos llevan hoy en día… La cruz de la enfermedad, la cruz de la
soledad, la cruz del desprecio, la cruz del dolor, la cruz de la pobreza, y
tantas cruces más… Si eso quedara ahí, sería muy triste y sin sentido. Pero
Jesús resucitó, y ¿cómo verlo? Resucitó en vos y en todos. Resucitó en ese
médico que está atendiendo pacientes a pesar de su cansancio, resucitó en ese
policía que intenta cuidarnos en la vía pública, resucitó en esa persona que
abre el supermercado todos los días, resucitó en ese chico o chica que trabaja
repartiendo pedidos, resucitó en los que atienden comedores solidarios,
resucitó en los que trabajan en transporte público, y así puedo seguir en cada
caso… Lo más importante es que resucitó en vos… Él dio SU vida por VOS… ¿Vos
qué estás dispuesto a hacer por Él?
“¡Alégrense!”
porque las cruces que nos pesan, las cosas que nos lastiman, las cosas que nos
duelen, no son en vano. Esta situación actual que vive el mundo, tampoco es en
vano. Debemos aprender de ella y confiar en la resurrección. Jesús ya resucitó
para nosotros, confiemos en Él. En un texto anterior, hablé de las similitudes
entre la cuarentena y la cuaresma… La cuaresma, hoy, en el final de la Semana
Santa, encuentra todo su propósito, todo su motivo. Te invito y me invito a mí
también a que juntos podamos pensar cuáles son las cosas que están resucitando
hoy en nuestra vida y en la vida del mundo… Y cuando el miedo esté frente a
nosotros recordemos que Jesús nos dice “No teman…”. Él ya resucitó y nos
acompaña. Está esperando que le abramos la puerta para que pueda entrar y
transformar nuestra vida y así la de todos.
¡FELIZ PASCUA!
“ALÉGRENSE” Y “NO TEMAN…”
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