A imagen y semejanza.

Son muchas, y enriquecedoras, las formas en las que los seres humanos interpretamos la creación, pero hay algo de la fe cristiana en lo que nos debemos detener, ya que es el pilar que se desarrolla a lo largo de la historia y el mismo Jesús lo reafirma. "Dios creó todo lo que conocemos, para que por medio de ese sustento, nosotros podamos plenificar nuestra vida, y la del que está al lado".
“Plenificar la vida”. Chan. Ya vimos que la energía hay que ponerla en ser pleno y disfrutar de lo creado, respetando toda diversidad, ya que fue creada por el mismísimo Dios.
Pero el Génesis nos aporta un detalle que es clave y fundamental para el propio existencialismo humano: El hombre es el administrador de todo lo creado, ya que este es la creación más hermosa y compleja de Dios, creado a su propia imagen y semejanza”. 

Ser imagen y semejanza de Dios significa que somos parecidos a nuestro creador. No solamente yo, ni solamente vos, sino que absolutamente todos los seres humanos.
En pocas palabras, sos creación de Dios y te pareces a Él. Pero cuidado. Porque esto debe ser justamente administrado de manera correcta, ya que Dios nos puso en un lugar privilegiado, pero con una tarea bien difícil ya que hoy en día, en esta sociedad de consumo, con la cultura del "descarte” como la llama el Papa Francisco en su encíclica "Laudato Si´", los ideales que existen no tienden muchas veces al cuidado de esta “Casa común” que es nuestra tierra, nuestro mundo. 
En lo personal, uno tiene siempre la libertad para poder desarrollarse como quiera, en el ámbito donde esté. Pero si esa libertad la usaramos para plenificar la vida de los demás, uno se hace más libre y más pleno a la vez, ya que voy a tener respeto hacia lo creado (El que tengo al lado, el medio ambiente, mis mascotas, etc.) y me daría la autoridad que todo buen administrador necesita para poder plenificar su labor.
Dignificar a lo que me rodea es dignificarme a mí mismo, y por ende, al propio Dios. Forma parte todo de un equilibrio y armonía que solo Él pudo crear, aunque en este capitalismo salvaje que llamamos sociedad, tener este ideal es ir a “Contracorriente”, ser un disparatado y hasta a veces es motivo de exclusión. ¿Será que esa es la tarea que tenemos como cristianos hoy? Digo, hace 2017 años, a un tipo que lo único que decía (y obraba en consecuencia) era que se amen los unos a los otros, lo crucificaron por no cumplir las expectativas de esa sociedad.

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